La ilusión que llegó desde el espacio


¿Quién nos iba a decir a nosotros, resignados científicos españoles, que la esperanza para la investigación en nuestro país llegaría de arriba? Y no, no en forma de especie alienígena salvadora o meteorito aniquilador que, a su manera, solucionase el problema ("A grandes males, grandes remedios", diría alguno). Lo hace en forma de astronauta…

Pedro Duque ya era todo un referente para nosotros. No sólo por permitirnos sacar pecho al decir que también un español ha estado en el espacio (Mortadelo y Filemón no cuentan), sino por su defensa a ultranza de la educación, la importancia de invertir en investigación y su oposición al auge de las pseudociencias. Vamos, un tipo con sentido común que transmitía el mensaje que tantos de nosotros llevamos gritando desde hace tiempo. Y nos enteramos hoy de que este hombre será el nuevo ministro de Ciencia, Innovación y Universidades. ¡Ole, ole y ole!

No quiero escribir sobre él (ya hay publicados ahí fuera perfiles muy buenos de él, cómo éste), sino brevemente de por qué es tan ilusionante este nombramiento (¡prometo no meterme, demasiado, en política!).


Nuestro ministro de Ciencia mola más que el tuyo



El regreso del Ministerio

Empecemos por lo más obvio, ¡vuelve el Ministerio de Ciencia! Y os aseguro que escribir una frase así resulta realmente increíble; tanto por la locura que supone pensar que lo habíamos perdido, como el hecho de ver que lo recuperamos.

Efectivamente, España dejó de contar con tal Ministerio en 2011, con el comienzo de la X legislatura. Como digo no entraré en cuestiones políticas, pero cuando la Ciencia perdió su cartera en el Gobierno (pasando a formar parte del Ministerio de Economía y Competitividad) comenzó un verdadero desierto que presagiaba el principio de su fin en nuestro país. Enterrada y maniatada en un Ministerio que ayudó a reprimirla económicamente, la investigación en España sucumbió y retrocedió durante los siguientes años. La crisis económica, sí, pero también el desprecio de los dirigentes políticos hicieron caer la financiación para proyectos de investigación a unos niveles paupérrimos. Vergonzosos, si los comparamos con los números de otros países. Todo un lastre para el desarrollo de una sociedad, como intentaré explicar quizás en un artículo próximo.

Es por ello que la noticia de hoy sea tan bienvenida. Que el hecho de que España vuelva a contar con un Ministerio específico para estos menesteres sea recibido con aplausos y jolgorio en los laboratorios nacionales.


No olvidemos a las Universidades

Otro detalle importante es que a la denominación del Ministerio se le suma el término "Universidades". Y si bien esto no es algo nuevo desde el punto de vista funcional (las competencias en Universidades han estado tradicionalmente asociadas al Ministerio de Ciencia e Innovación), el hecho de que se haga referencia de forma explícita en el nombre del Ministerio supone toda una declaración de intenciones.

La Universidad en España atraviesa un momento crítico, de cambio. Nuevos modelos educativos (¿alguien recuerda Bolonia?), nuevos retos a la hora de hacer investigación desde instituciones académicas, nuevas generaciones de jóvenes con distintas inquietudes y perspectivas,… Todo ello, sin olvidarnos, de los graves problemas económicos de los últimos años. Y con una comunidad de profesores maltratada y a veces hasta olvidada (lo que exigirá una fluida coordinación con otro Ministerio, el de Educación). Es el momento perfecto para centrarnos en estos problemas, y convertir estos años de zozobra en todo un punto de inflexión.


Día de ilusión y cautela

¿Y es Pedro Duque el indicado para relanzar este Ministerio y volver a dar alas a la investigación en España? Está claro que es un nombramiento mediático (y eso, seamos sinceros, también interesa). Pero, ¿de verdad podrá mejorar las cosas? Pues a saber… Quizás nada cambie. Quizás el dinero siga sin aparecer y sigamos cayendo en picado, o quizás este Gobierno dure cuatro pipas y no le den tiempo suficiente al bueno de Pedro para conseguir tamaña hazaña. Pero lo que importa hoy no es eso, sino la ilusión que provoca su llegada (como podréis ver, por ejemplo, en Twitter). Que un científico como él se ponga al frente del recuperado Ministerio. Que pueda unir su mensaje al de otros ministros, como la nueva titular de Sanidad, que tiene una guerra abierta con la homeopatía, o la de Industria, que defiende la inversión en investigación. Que, al fin y al cabo, podamos soñar con el día en que la Ciencia sea al fin reconocida y apoyada en España y podamos ver un poco de luz al final del túnel. Que, a pesar de todo, haya esperanza.

Esperanza que, quién lo diría, llega del cielo…