Rectificar es de (científicos) sabios

Los valientes que hayáis leído las entradas de este blog os habréis dado cuenta que me gusta destacar, siempre que puedo, la naturaleza del método científico. Que para hacer ciencia hay que ver, experimentar y sobre todo errar para así sacar conclusiones.
Pues bien, hoy quiero hablar de eso mismo, de errar. De meter la pata. Algo que hacemos todos, sin distinciones. Pero si bien todos cometemos errores no todos las afrontamos de la misma manera. Y es ahí donde nos acabamos diferenciando; en cómo respondemos a ellos.

Todo esto viene en relación a un par de noticias relativamente recientes dentro del mundo de la Ciencia. Ambas tienen en común que parten de un descubrimiento erróneo, pero difieren bastante en cómo se desarrollaron los acontecimientos a partir de su publicación.


Veo... que te estás equivocando
(simpática imagen bacteriana de Nathan Reading).
Empecemos hablando de la NASA, o mejor dicho de uno de sus grupos de investigación. El equipo de la astrobióloga Wolfe-Simon anunció a bombo y platillo allá por 2010 el descubrimiento de una bacteria que podía utilizar arsénico en ausencia de fósforo para vivir y crecer (aquí el artículo original). Esto suponía una auténtica revolución, ya que el arsénico, un elemento muy tóxico para los seres vivos, sería incluso incorporado a las cadenas de DNA, abriendo la posibilidad de que la vida se sustentase en otro tipo de elementos no orgánicos (véase el carbono, el hidrógeno, el oxígeno, el nitrógeno, el fósforo o el azufre). Y creedme, de aquí a las conjeturas sobre que pueda haber vida extraterrestre sólo hay un paso, y es un paso que la NASA necesita dar y liderar lo antes posible en los tiempos que corren...

Así pues ¡pum! Bombazo. El mundo de la Biología patas arriba y la NASA sonriendo con altivez... hasta que los demás biólogos (microbiólogos, sobre todo) se ponen a analizar el artículo y encuentran pegas por todos lados. Las críticas al trabajo no tardaron en aparecer, y la comunidad científica exigía a gritos una revisión de los experimentos. Y éste no es el problema; es normal que se pidan revisiones. Lo que no es normal es que la doctora Wolfe-Simon decida pasar de todos e incluso se niegue en un primer momento a compartir la bacteria al resto de grupos de investigación para que contrasten los resultados. Y eso es algo "obligatorio" dentro de la comunidad científica; o, al menos, algo que deberías hacer para no levantar sospechas...
Finalmente, en el 2012, dos grupos independientes publican unos resultados que demuestran que estas bacterias no sólo no incorporan arsénico a su material genético, sino que necesitan algo de fósforo para vivir (en contraposición a lo que afirmaba el trabajo original). En conclusión, los experimentos de 2010 no fueron los apropiados, presentaban importantes errores metodológicos y las evidencias quedaban por tanto refutadas. Y eso por mucho que Wolfe-Simon siga defendiendo que estaba en lo cierto...


Pero ahora pasemos al otro caso. Seguro que todos recordaréis la historia de los neutrinos. Sí, esas partículas sub-atómicas de las que casi nadie había oído hablar hasta que en 2011 saltó la noticia de que podrían moverse a una velocidad mayor que la de la luz. ¡Qué osadas, atreviéndose a desafiar al mismísimo Albert Einstein! Éste fue otro descubrimiento de gran repercusión, mayor incluso que el de las bacterias del arsénico. Sin embargo, y he aquí la diferencia, los responsables del descubrimiento (en este caso un grupo del CERN) reconocieron en todo momento que se trataban de resultados realmente extraños (podéis consultarlos aquí), y pidieron ayuda a otros grupos para repetir el experimento y revisar los datos obtenidos.
Por ello, cuando al final se descubrió que todo se debía a un error en el sistema de GPS que mide la distancia recorrida por las partículas (se habla de algo tan simple como un cable desconectado...) la sensación de engaño es menor. Ellos, a diferencia del otro grupo, colaboraron en todo momento, y en cuanto se aclaró lo ocurrido rectificaron sin problema alguno.

Sí, en ambos casos hay errores experimentales. Y precipitación a la hora de anunciar los resultados. Pero bajo mi punto de vista la forma de proceder ante esa situación es muy distinta entre ambos grupos, y por ello los científicos del CERN no salen tan malparados de esta experiencia. No así el grupo de la NASA, que actuó de principio a fin en contra del método científico y cuya reputación se ha venido abajo por completo.

¿Y cómo enchufo yo este cable? ¡Anda y que les den!
(fung.leo es el autor de esta genialidad de foto).


Así que no temáis por errar. Sabed rectificar, que os hará aún mejores.

Hasta la próxima, sabios lectores.