¡"Toques" a discreción!

Estoy seguro de que todos habéis llegado a pensar lo mismo con el paso de los años: todo provoca cáncer. Que sí, que sí. Que lo dicen en la televisión y te lo vuelven a repetir luego las abuelas. Decídmelo a mí, que estuve cierto tiempo sin comer un buen plato de patatas fritas en casa de una de ellas por este tema...
La cuestión, que cada dos por tres (seis) un nuevo elemento de nuestra vida diaria pasa a convertirse en enemigo público número uno de la salud, y no era de extrañar que las miradas se acabaran centrando en las ondas de radiofrecuencia y, cómo no, en los teléfonos móviles.

Mucho se ha hablado sobre este tema en los últimos meses, siendo éste sólo el principio. Por ello, creo conveniente hacer un pequeño resumen cronológico y bibliográfico de los últimos acontecimientos, poniendo especial énfasis en los documentos y estudios escondidos bajo tanto titular periodístico y palabrería fácil.


¡Tranquilos!, podéis seguir leyendo sin que vuestra salud corra peligro (foto de  Marc_Smith).


Todo empieza el 31 de Mayo de este año. Es el día en el que la Agencia Internacional para la Investigación en Cáncer (International Agency for Research in Cancer, IARC), un organismo dependiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), emite el famoso comunicado responsable de todo el sarao. En él anuncia la inclusión de las radiaciones emitidas por dispositivos como los teléfonos móviles en la lista de "posibles carcinógenos humanos" (lo que se corresponde al Grupo 2B de su clasificación, en el que también está ¡el café!). Y para ello se basan en unos artículos científicos que analizan la posible asociación entre el uso de la telefonía móvil y un incremento en la incidencia de gliomas, un tipo maligno de cáncer cerebral.

Esto desató, evidentemente, una verdadera alarma social, favorecida por los típicos titulares que tanto venden y por la mala información en general. Imaginaros: que si el móvil mata, que si no te vuelvo a dar una llamada perdida más en la vida,... 
Sin embargo, el citado documento (que podéis consultar aquí) fue muy cuestionado dentro de la propia comunidad científica, ya que los resultados no eran para nada concluyentes. No sólo eso, sino que en ningún momento se explica cómo estas radiaciones pueden provocar daños en el DNA (que supone, en resumidas cuentas, el origen de esta enfermedad); cuál es el mecanismo biológico que subyace a tal relación.

Un mes después, el 1 de Julio, se publicaba en The Lancet Oncology una especie de resumen del informe completo de la IARC, en el que todo el mundo esperaba un poco más de información. O, al menos, algo que justificase el revuelo causado. Pero... agua. 
El artículo ("Carcinogenecity of radiofrequency electromagnetic fields", podéis ver el comunicado de prensa aquí) no aportaba prácticamente nada nuevo, y volvía a poner de manifiesto la falta de evidencias convincentes.

A partir de aquí ya os puedo adelantar lo que va a suceder: un goteo continuo de estudios científicos en uno y otro sentido (lo cual no es negativo ni mucho menos. Es... ciencia). El último a día de hoy fue publicado el 19 de Octubre en The British Medical Journal (BMJ). En el caso de este artículo ("Use of mobile phones and risk of brain tumours: update of Danish cohort study") estamos ante el estudio más extenso hecho sobre el tema, y los autores reportan no detectar ningún incremento de tumores cerebrales asociado al uso del teléfono móvil.


Personalmente me es difícil pensar que las emisiones de radiofrecuencia no tengan ningún efecto en nuestra fisiología (por no hablar de la del resto de especies), pero de ahí a afirmar que provoquen cáncer hay un buen trecho. Una laguna de conocimiento que habrá que rellenar con exhaustivos estudios epidemiológicos y experimentos que expliquen convincentemente cómo ocurre esto
Hasta entonces, a seguir trabajando en ello (como diría un antiguo presidente español con acento tejano) y a no olvidar otros productos como el tabaco o el alcohol, cuyos efectos están de sobra demostrados pero deliberadamente ignorados por diversos motivos.

Así pues que no cunda el pánico, queridos seres que vivan pegados a sus Nokias, iPhones o ladrillos prehistóricos; sigan usando el móvil como hasta ahora (y con sentido común, como todo). ¡"Toques" a discreción!

Hasta la próxima.